30 de septiembre de 2009

PUBLICACIÓN REVISTA PRONTO


Creadora de un programa de rehabilitacion de presos con perros

LA CONMOVEDORA HISTORIA DE LA HERMANA PAULINE


Paso por la Argentina Pauline Quinn, una monja que dirige el sistema de rehabilitación carcelaria mas exitoso de EE.UU. Utilizando perros de la calle para trabajar con los reclusos. Dueña de una historia de vida impactante –vivió en la calle, fue torturada y violada., hasta Hollywood hizo una película sobre ella. “Con fe e insistencia siempre se logra lo que uno se propone”, asegura.


Pauline camina despa­cito, con dificultad. Da un paso, parece trastabillar, pero no. Mira a los ojos y sonríe como si estuviera pidiendo disculpas por su cuerpo, que ya no le responde como qui­siera. Pero no hay que dejar engañarse por la imagen. Esta monjita de 66 años, que podría parecer débil, creó y dirige desde 1981 el progra­ma más importante de reha­bilitación carcelaria en Esta­dos Unidos. El Dog Prisión Sistem consiste básicamente en el rescate de perros de la calle que son entregados a re­clusos que los entrenan para ser usados como lazarillos. La historia de Pauline es tan impactante que Hollywood hizo una película sobre ella llamada Within these walls, traducida al español como Alas de libertad, protago­nizada por Ellen Burstyn y Laura Dern.





Pauline fue invitada por el doctor Juan Enrique Romero para participar del Congreso sobre los animales y su impacto en la salud, realizado en Buenos Aires.


La hermana Pauline Quinn -o sister Pauline como la llaman todos- llegó al país invitada por el doctor Juan Enrique Romero, médico veterinario y docente universitario, para participar del II Congreso so­bre los animales y su impacto en la salud. Allí dio una con­ferencia ante 300 personas que la aplaudieron de pie, un hecho de lo más inusual en un congreso de profesionales. Con su estilo jovial y cáli­do, Pauline relató su historia de vida de increíble crude­za. Nació en Santa Mónica, California, en el marco de una familia "disfuncional". Su padre abandonó el hogar cuando ella aún era una bebé. Su madre, con problemas con la bebida, volvió a casarse. El maltrato físico y verbal de su padrastro era común. "Sabían mantener las apariencias muy bien -recuerda hoy Pauline para Pronto-. Nadie se daba cuenta de lo que pasaba en casa. Para la gente, la con-flictiva era yo". A los 12 años Pauline (en ese momento aún era Cathy, su nombre de pila) abandonó su casa por primera vez, "Me encontraban y me llevaban de vuelta. Era una niña muy tímida". Los úni­cos recuerdos felices de esa época los tiene con su amiga Cathy Quinn (tienen el mis­mo nombre), «hija del actor Anthony Quitan: "Su padre no la quería porque deseaba tener un varpn. En su casa la trataban muy mal. Era­mos compañeras de escuela y los mejores momentos los teníamos cuando íbamos a cabalgar juntas. Era casi lo único que nos daba felicidad en la vida a las dos". Cathy dejó el colegio secundario, vivió en casas abandonadas y entró al sistema de interna­dos.





La experiencia de Dog Prision Program se reproduce hoy en mas de 300 carceles en los Estado Unidos. Solo en el Estado de Ohio hay 33 funcionando.


"Pasaba de un instituto a otro. Fui torturada, traumati­zada y abusada", relata. A los 16 volvió a vivir en la calle y sufrió su experiencia más terrible: el policía a cargo de la cuadra donde ella vivía, el hombre que se suponía tenía que cuidarla, la violó. Quedó embarazada, tuvo una niña, e incapaz de hacerse car­go, la dio en adopción. "En ese momento -recuerda- mi autoestima desapareció por completo. Me volví suma­mente vulnerable. Casi no hablaba con nadie. De hecho, la gente me evitaba. Me afe­rré a un solo deseo: quería tener un perro". Un vecino de la cuadra se compadeció de ella y le regaló a Joni, una cachorra de ovejero alemán. Joni se volvió una amiga leal que le respondía incondicionalmente. Fue el principio del milagro: las personas que antes la evitaban comenzaron a hablarle, le preguntaban por Joni, le ofrecían alimento para la perra y ropa para ella. Cathy pudo empezar a re­construir su autoestima y fue perdiendo el temor que sentía permanente. Hoy dice que nunca llegó a perder la fe en Dios y que cuando pasaba sus peores momentos se juraba ayudar a otros si lograba salir adelante. Venía de una familia de mormones, pero encontró el auxilio que necesitaba en las monjas dominicas. Tomó los hábitos y se convirtió en "sister Pauline". Su experiencia personal con Joni, su perra, le indicaba que el contacto con los animales podía ayudar a superar casi cualquier situación. Junto a dos expertos en comporta­miento canino y un veterina­rio, hizo una prueba piloto en una cárcel de mujeres que fue un éxito. Con el apoyo de en­trenadores profesionales, un grupo de reclusas aprendieron a trabajar con los perros. Esas mujeres tuvieron cambios tan positivos que la experiencia, tras un extenso debate en el gobierno, se volvió un pro­grama nacional: Dog Prisión Sistem. Era el año 1981. Hoy la experiencia se reproduce en más de 300 cárceles de Es­tados Unidos -sólo en el esta­do de Ohio hay 33 funcionan­do-. Pauline es la encargada de dar los primeros pasos y con el tiempo la experiencia se vuelve autónoma. Al principio, no todos fueron éxitos, no faltaron los presos que tuvieron problemas con los perros, pero el alto grado de sociabilización que se alcan­zaba en la mayoría de los re­clusos llevó a instalarlo como un programa oficial. Pauline fue invitada a repetir la expe­riencia en otros lugares y así es que hoy se aplica en Italia, Kenia, Uganda, El Salvador y México. En algunos países se lleva adelante con refugiados y niños discapacitados. Casi siempre se trabaja con perros abandonados, debida­mente seleccionados, que son entrenados para asistir a per­sonas ciegas o discapacitados motrices. Tras un promedio de 15 meses de entrenamien­to, los canes aprenden a re­coger objetos (pueden hasta levantar monedas del piso), abrir puertas o la heladera.



Pax, el anterior perro de Pauline, vistando a los reclusos condenados a muerte


También traer un teléfono cuando suena e incluso actuar de bastón. De hecho, la pro­pia Pauline, que fue operada de la cadera, hoy se moviliza con la ayuda de Remi, una doberman que la acompaña a todos lados. Los perros son entregados en forma gratuita, lo que le otorga al programa un triple beneficio: no tiene costo para los beneficiarios, da un oficio y contención para los presos y consigue un hogar para muchos perros ca­llejeros.


Poco antes de que la herma­na Pauline llegara al país, su amigo argentino, el doctor Romero, contó en un pro­grama de radio su historia y el trabajo que ella está haciendo en todo el mundo. Aníbal Fernández, jefe de Gabinete nacional, escuchó la entrevista e invitó al vete­rinario y a la monja a tener una entrevista con él. La re­unión se llevó a cabo la pri­mera semana de septiembre, y además de Fernández par­ticipó el titular del Servicio Penitenciario Federal. In­cluso la presidenta Cristina Kirchner se acercó unos mi­nutos porque quería conocer y saludar a la monja.

Pauline se llevó de allí la promesa de que su programa comenzará a aplicarse en las cárceles ar­gentinas. Ella sabe por expe­riencia que no será fácil sa­carlo adelante. "Pero con fe y mucha insistencia -asegu­ra-, siempre se puede lograr lo que uno se propone".

D. G
Fotos: Pablo González y Luis Bukler



FUENTE: Texto y Fotos, Edición Impresa Revista PRONTO, Año 13 - Nº686 - Miércoles 23 de Septiembre de 2009

SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL: COMUNICADO DE PRENSA

SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL



LA HERMANA PAULINE QUINN LLEVÓ SU PROGRAMA DE REHABILITACIÓN CON PERROS A CÁRCELES FEDERALES

La hermana Paulinne Quinn, de la Orden de Predicadores llevó a la Colonia Penal de Ezeiza, Unidad 19 del Servicio Penitenciario Federal (SPF), su programa de rehabilitación de reclusos a través del trabajo de adiestramiento de perros de servicio.

Los internos que voluntariamente accedan a la iniciativa, trabajarán con la finalidad de educar a los perros, incluso los rescatados de la calle, en las tareas de lazarillos y asistencia a discapacitados motrices.

Acompañada del Director Nacional del SPF, Alejandro Marambio Avaria, y otras autoridades institucionales, la hermana Quinn presentó junto con el Dr. Juan Enrique Romero en la citada unidad penal las bases de su programa de resocialización a través del incentivo social y personal que asocia la tarea de enseñar a los perros a asistir a personas disminuidas físicamente.

El programa está destinado a unidades de detención semiabiertos como la Colonia Penal de Ezeiza y establecimientos de la provincia de La Pampa con regímenes destinados a quienes están en los últimos tramos de cumplimiento de sus condenas y que reúnen, además, perfiles personales adecuados para desarrollar tareas de paciencia, tolerancia y persuasión.

Quinn, asistida por uno de sus canes, explicó las características y alcance de su programa rehabilitador a los representantes del SPF presentes, a quienes acordó asistir para su puesta en práctica en el corto plazo en los establecimientos que sean elegidos.

La hermana Quinn fue recibida por la Presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernandez de Kirchner quien estaba acompañada por el Jefe del Gabinete de Ministros Dr. Anibal Fernandez, el Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal Dr. Alejandro Marambio Avaria y el Decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias Dr. Marcelo Miguez.

La religiosa, que visita la Argentina hasta el 14 de setiembre, creó y actualmente lidera el programa de rehabilitación carcelaria en los Estados Unidos, según información originada en su país. “Las internas empezaron a aprender algunas técnicas de adiestramiento y lograron educar perros que sacaban la ropa de la máquina de lavar; apagaban las luces y otras tareas de servicio a sus dueños discapacitados” dice la gacetilla informativa del programa, ponderado como “el más importante de los Estados Unidos”.

Agrega la información que “se lograron así altos resultados de sociabilización en las reclusas y esta tarea se transformó en el programa oficial “Prison Dog Program”.

La hermana Quinn nació en un hogar con violencia familiar, de la que fue sacada para internarla en sucesivos hogares para niños. Ya en la calle y viviendo en un auto abandonado, allí fue violada y embarazada por lo que debió dar a su bebé en adopción.

Retornó a la calle y adoptó un perro vagabundo que, tras entrenarlo, la protegió de nuevos ataques del mismo signo violento a los que había padecido. Esta vivencia le reveló su capacidad para vincularse con los animales.

Ya con hábitos religiosos, Pauline, complementó la vida del convento con su pasión por el servicio a través del adiestramiento de perros. Años más tarde trasladó su experiencia a cárceles de mujeres estadounidenses, donde su iniciativa fue bienvenida.

La hermana Quinn participa en la Argentina en distintos eventos, entre ellos en el congreso “Los animales, su impacto en la salud” que se desarrollará entre el 9 y el 11 de setiembre en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Dr. Alejandro César Yapur

Jefe de Prensa y Difusión

29 de septiembre de 2009

PUBLICACIÓN EN LA NACIÓN II


Encuentro argentino de zooterapia / Fueron presentadas distintas experiencias

Los animales como parte del tratamiento

Su participación en forma complementaria a la terapia convencional permite mejorar la respuesta en múltiples afecciones

Domingo 13 de setiembre de 2009 | Publicado en edición impresa


Los animales como parte del tratamiento
Pauline Quinn, junto a Reni, uno de los perros con los que trabaja
Foto: Prensa del Ejército

Fabiola Czubaj
LA NACION

Pampero es muchísimo más alto y grande, pero la desproporción de tamaño a sus 3 añitos no amedrenta a Gustavo. Al contrario: se aferra rápido y como puede al profesor de educación física, Ramón Vega, y las ganas de montar a Pampero le dan el envión que necesita para lograrlo.

Bajo techo, protegido del frío y la llovizna que amenaza en el predio del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, el pequeño jinete no para de sonreír sobre el lomo de uno de los tres caballos criollos del Escuadrón Riobamba que recorren en círculos la pista del picadero. Ese día, a los animales y los soldados asignados les tocó "servicio" con los chicos y los adolescentes que dos veces por semana hacen, por derivación médica y gratuitamente, equinoterapia.

Cada vez son más las capacidades que la medicina les reconoce a los animales para complementar el tratamiento clínico de una gran variedad de enfermedades físicas y psicológicas. Psicosis, trastornos de conducta, agresividad, depresión, problemas de lenguaje, parálisis cerebral, enfermedades cardiovasculares, fobias, esclerosis múltiple, alteraciones musculoesqueléticas, síndrome de Down, trastornos respiratorios y hasta el cáncer y el sida son algunos de los males en los que el contacto con los animales pueden marcar la diferencia.

"Nuestros pacientes son chicos y adolescentes con enfermedades neurológicas, psicológicas y físicas, incluida la ceguera. La rehabilitación ecuestre es una terapia complementaria al tratamiento médico, como puede ser la kinesiología: el chico lo sigue recibiendo y dos veces por semana concurre a equinoterapia", explica el doctor Germán Falke, jefe del Servicio de Adolescencia y de la Sección Equinoterapia del Hospital Militar Central.

El equipo multidisciplinario que dirige el doctor Falke se divide las tareas entre los pacientes y los padres. De 9 a 12, adultos y chicos trabajan por separado en la independencia, los miedos y los límites. Pero sólo los chicos ingresan en la pista. Antes y después, con el profesor de educación física y la kinesióloga, ponen a punto músculos y articulaciones, ya que muchos tienen contracturas o hipotonías musculares. Luego, el animal los ayudará con el calor de su cuerpo.

"Me siento relajado sobre el caballo; mi postura es mejor, la espalda se me endereza y se me estiran las manos y las piernas. Con el mismo calor del caballo siento que se me relajan todos los músculos", cuenta Nelson, en la pista, antes de dejar la silla de ruedas para montar a Payé. A un costado, Nino, de 17 años, elonga en el piso después de montar a Calfucurá: "Antes me dolía todo el cuerpo, pero desde hace un año, me siento mejor", dice. Su médico lo derivó a rehabilitación ecuestre por un trastorno del lenguaje y del aprendizaje.

Cada sesión, apunta la psicóloga e instructora de equitación Marcela Aldazabal, equivale a 5 ó 6 sesiones de kinesiología en un gabinete. "El animal transmite su calor corporal. Eso distiende y estira los músculos; además, el movimiento sobre el lomo del caballo es hacia adelante, atrás, en diagonal y a los costados, lo que en pacientes que no caminan estimula el sistema nervioso central y moviliza desde la pelvis hasta la nuca", dice Aldazabal, coordinadora del Area de Rehabilitación Ecuestre de la Sección Equinoterapia del Hospital Militar. La veterinaria Cecilia Sedrán agrega: "Cuando un chico tiene una discapacidad motriz y el eje del cuerpo está alterado, los caballos lo perciben y tratan de acomodarlo sobre el lomo".

Se desconoce cuántos equipos en el país se dedican al trabajo terapéutico con distintos animales, pero en los últimos tres días se supo que van creciendo. Fue en la Facultad de Veterinaria de la UBA, durante el II Congreso Argentino y Latinoamericano "Los animales: su impacto en la salud", que presidió el doctor Hugo Massei, pediatra y psiquiatra infantil del Hospital Psiquiátrico Infanto Juvenil Tobar García.

"Hay que separar las actividades recreativas con animales de lo que es el trabajo en salud de un equipo multidisciplinario. Por eso, no está bien hablar de zooterapia, que incluye una expectativa de curación a cambio de acariciar a un animal. En estas experiencias multidisciplinarias, que son complementarias al tratamiento, no hay magia; lo que cura es el trabajo de especialistas, la familia y el tratamiento", insiste Massei, que hace 20 años creó el Programa Cuidar Cuidando, una iniciativa del Tobar García y el Zoológico porteño.

Cuatro días a la semana, en el enorme predio del barrio de Palermo, se puede ver a los animales, sus cuidadores, chicos y adolescentes dentro de los recintos. Los más chicos alimentan a los animales de granja. Los mayores asumen responsabilidades, que van desde alimentar a cualquiera de los animales hasta limpiar sus recintos y asistir a los cuidadores.

Por el programa que coordinan el psicólogo Vicente De Geminis (zoológico) y la doctora Ana María Papiermeister (hospital Tobar García) ya pasaron mil pacientes derivados de los hospitales porteños con trastornos emocionales graves, problemas de conducta o trastornos que generen un riesgo para sí y para terceros. "Al principio, los chicos que trabajaban en el cuidado de los animales mejoraban la conducta, necesitaban menos medicación y los cuidadores sin información previa sobre los chicos, no se daban cuenta de que tenían dificultades", recuerda Massei.

Hasta ahora, 60 pacientes lograron reinsertarse socialmente y el nivel de mejoría de la salud de los chicos fue "altísimo". Pero el pediatra apunta: "El trabajo en el zoológico tiene una dimensión de naturaleza que no tienen los hospitales. Los animales no son el eje, sino lo que permite establecer una relación con los cuidadores y con sus pares. Se trata de que los chicos se ordenen, tomen hábitos de horario y adquieran una habilidad para reinsertarse en la sociedad". De hecho, cuatro participantes fueron contratados por su buen trabajo.

Datos útiles

  • Programa Cuidar Cuidando: (011) 4304-3519.

  • Centro de Terapia Asistida Con Animales (TACA), Facultad de Veterinaria, de la Universidad de Buenos Aires (UBA): (011) 4524-8433.



FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1173960

PUBLICACIÓN EN LA NACIÓN


"Un oasis de alegría que hace reflexionar"

Pero lejos de las jirafas o los monos del Zoológico, en el barrio porteño de Villa Ortúzar, el mejor amigo del hombre interactúa con pacientes del hospital Tornú. Todos los miércoles, de 15 a 17, por los pasillos de la Unidad de Cuidados Paliativos caminan de 2 a 6 perros de distintas razas y tamaños con sus guías, que les brindan bienestar a las personas con afecciones en etapas terminales.

"El contacto con los perros les aumenta el bienestar, les mejora el ánimo y les permite centrarse en algo distinto a la enfermedad y a los cuestionamientos. El perro les trae recuerdos de momentos placenteros con sus animales y el contacto directo estimula la salud emocional y la espiritualidad. Los animales son un oasis de alegría, que hace reflexionar al paciente y nos permite seguir trabajando después que termina la visita", explica la licenciada Noemí Díaz, coordinadora del Area de Psicología de la unidad del hospital Tornú-Fundación Femeba.

Resultados de un estudio revelan los efectos de la terapia asistida con animales (TACA) en el final de la vida. "Modifica significativamente el estado de ánimo y reduce la ansiedad del paciente", resume la licenciada Mariela Brizi, del Centro TACA, de la Facultad de Veterinaria de la UBA. Desde 2005, la facultad y el hospital les ofrecen la terapia a los pacientes que deseen recibirla. "No tiene contraindicaciones, salvo que no les guste", aclara.

La hermana Pauline Quinn también trabaja desde hace años con los perros, pero con un programa federal desde 1980 en las cárceles de los Estados Unidos, donde los detenidos entrenan animales abandonados, que luego se entregan como lazarillos a personas con discapacidades. "Los animales pueden mejorar tremendamente la salud del ser humano. Para mantenernos sanos y felices, necesitamos aliviar el estrés. Los perros están preparados para eso porque aman incondicionalmente y nos pueden ayudar con la curación. Todo nuestro cuerpo es muy susceptible a los estados de ánimos y si el animal nos puede hacer sentir mejor, nos hará bien a la salud", dice antes de su presentación en el congreso, donde Reni, su Dobermann cautivó a todos.

"El contacto con los perros hace que los reclusos se sientan bien con ellos mismos. La depresión dentro de una institución hace que eso sea mucho más difícil y, si no se logra, la salud se deteriora", asegura Quinn, cuya vida inspiró la película Alas de libertad.


FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1173961

PUBLICACIÓN EN CLARÍN


HABLA LA MONJA QUE CREO EL PROGRAMA MAS EXITOSO DE REINSERCION DE RECLUSOS EN ESTADOS UNIDOS

"El perro es un animal que puede ayudar a superar todos los miedos"

La hermana Pauline Quinn llegó ayer al país para divulgar las claves de su proyecto "Perros en prisión".

La hermana Pauline Quinn se admira de que el programa "Perros en Prisión", que inició en 1981 enseñando a internas a entrenar perros de servicio, sea hoy el proyecto más exitoso de reinserción de reclusos de Estados Unidos. "Es una contradicción: en una cárcel, donde lo único que importa es el castigo, uno viene con un planteo de amor".
Ésa podría ser también la definición de su propia vida. Una vida de película cuyo relato, sin embargo, emociona menos que conocer a esta mujer jovial y afectuosa, que ha contagiado su dulzura a Remi, el doberman que es hoy su perro de servicio y la ayuda incluso a levantarse cuando se patina en las calles nevadas de Marinette, Wisconsin.

Nacida en 1942 cerca de Santa Monica, California, no conoció a su padre, que se fue del hogar cuando era muy pequeña. Creció en medio de peleas entre su madre y su padrastro, un veterano marcado por las secuelas de la guerra. "Muchos gritos, a veces violencia física, objetos que volaban... Yo estaba muy triste".
La primera vez que Cathy –su nombre de pila– se fue de la casa, tenía 12 años. "Era muy tímida y no tenía adónde ir. Me encontraban y me llevaban de vuelta. Eran muy buenos actores: estábamos en una linda casa, en un buen barrio, y nadie veía lo que se vivía puertas adentro. Cuando no la veían, mi madre fumaba y bebía, pese a que eran mormones. Para todos, la mala era yo, que hacía renegar a mis padres".
"En los '50, los niños no tenían voz ni voto. Mi único recuerdo agradable de aquel tiempo era cuando iba a andar a caballo con mi amiga de la escuela Cathy Quinn –evoca–. Es hija del actor Anthony Quinn y se llama igual que yo; el padre estaba frustrado porque deseaba un varón, la trataba mal, Cathy también tenía problemas en su casa".
Aquellos años fueron aún peores. Durmió en edificios abandonados. Internada en institutos, sin ir a la escuela secundaria, compartió el mismo destino que otras chicas y chicos, muchos de ellos discapacitados. "Allí fui traumatizada, torturada y abusada". Como consecuencia de una violación quedó embarazada a los 16 años, y debió dar a su beba en adopción.
"Me hice muy vulnerable y manipulable. No tenía autoestima. Me volví literalmente muda". En esos días de desánimo se aferró a una esperanza: "Quería conseguir un perro, un amigo que me diese amistad incondicional y amor". Tenía 20 años cuando le donaron a Joni, una cachorra de ovejero alemán.
Las personas que la eludían por ser una chica de la calle, comenzaron a preguntarle por el perro. La joven volvió a hablar. "La gente comenzó a respetarme. Teniendo a la perra, desaparecía el miedo".
Cuando sufría en los institutos, Cathy había invocado a Dios. "Si me ayudás a cambiar, yo también voy a ayudar a otras personas". Tomó los hábitos dominicos y se convirtió en la hermana Paulina de la Cruz. Y en forma paralela pensó en replicar su propia experiencia. Con dos entrenadores y tres perros se acercó al correccional de mujeres del estado de Washington. Fueron tan positivos los cambios de las reclusas que convivieron con los animales y aprendieron a entrenarlos, que el programa fue replicando y perfeccionándose en otras cárceles.

Mujeres y hombres en prisión reciben perros abandonados, y aprenden a entrenarlos para asistir a discapacitados, para auxiliar a la Policía en la detección de drogas y explosivos, y como perros de rescate. Muchos salen en libertad con un oficio. Mañana, la hermana Pauline se reunirá con autoridades del penal de mujeres de Ezeiza, que tienen interés en adoptar el programa. Y el jueves expondrá en el II Congreso Latinoamericano "Los Animales: su impacto en la salud", que se inicia el miércoles en la Facultad de Veterinaria de la UBA.
En estos años, la monja también ayudó a niños y adultos discapacitados de Italia, Kenia, Uganda, México y El Salvador. "Cuando uno está tan herido, lleva mucho tiempo recuperarse. Lo más difícil fue manejar el éxito: cuando empieza a irte bien, no sabés cómo actuar. Al principio me gustaba porque tenía un poco de ego. Pero después me di cuenta de que no era lo que deseaba. Quiero seguir siendo una persona simple a quien le importan los demás".


FUENTE: http://www.clarin.com/diario/2009/09/06/sociedad/s-01993051.htm

PUBLICACIÓN EN INFONEWS


PEDIGREE auspició la visita a la Argentina de la Hermana Pauline Quinn

lunes, 14 septiembre 2009


Se realizó la conferencia de prensa para recibir a Hermana Pauline Quinn de la Orden de Predicadores. PEDIGREE®, junto con el Dr. Juan Enrique Romero, le dieron la bienvenida a la fundadora en Estados Unidos del programa de reinserción social de reclusos a través del trabajo con perros.

La Hermana Pauline Quinn es la creadora del Prison Dog Program en Estados Unidos, un proyecto que consiste en enseñar a los reclusos dentro de las cárceles el arte del adiestramiento canino, para que sean utilizados con fines sociales, como perros de servicio (lazarillos, perros para sordos, discapacitados motrices, etc.).

De esta forma, los reclusos tienen la posibilidad cierta de tener una oportunidad de reinserción en la sociedad con una profesión digna y sobre todo de beneficiarse con los efectos del vínculo emocional con los animales. ImagePor otra parte, los perros que participan en estos programas, tienen en su mayoría un pasado de perros “no deseados por la sociedad” ya que son perros rescatados de la calle o que han sido abandonados en refugios y así privados de la oportunidad de tener una familia. A través del Prison Dog Program, estos perros pueden tener otra oportunidad.

Por otra parte, Pauline estará en Argentina como disertante invitada en el Congreso Argentino y Latinoaméricano "Los animales: su impacto en la salud", a realizarse el día viernes 11 de Septiembre, en el salón auditorio de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA – Av. Chorroarín 280). También visitará la cárcel de Ezeiza y se reunirá con miembros del Servicio Penitenciario Federal a los fines de instalar programas semejantes en la Argentina.

La Hermana Pauline descubrió su vínculo con los animales y su vocación de servicio monástico como consecuencia de una vida muy dura. Su increíble historia fue llevada al cine plasmada en una película para televisión llamada “Alas de libertad”. A través del programa Adopción PEDIGREE®, PEDIGREE® manifiesta su genuino compromiso para con los perros. Es por eso que auspicia la visita de la Hermana Quinn, para que cuente la increíble historia de amor, entre personas con capacidades especiales, presos y los mejores amigos del hombre.


FUENTE: http://www.infonews.info/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=15239&Itemid=266

PUBLICACIÓN EN AGENCIA RIELES

RELIGIOSA PRESENTA PROGRAMA DE REABILITACION CON PERROS EN CARCELES FEDERALES

Vie, Sep 11, 2009 General, Noticias Ferrocarriles

BUENOS AIRES, sep 11 (AR) – Una religiosa presentó un programa de rehabilitación de presos con perros en una de la Penitenciaría Federal del partido bonaerense de Ezeiza.

Voceros del Servicio Penitenciario Federal (SPF) informaron a la Agencia de Noticias Rieles que “la hermana Paulinne Quinn, de la Orden de Predicadores, recientemente llevó a la Unidad Penal 19, de Ezeiza, su programa de rehabilitación de reclusos a través del trabajo de adiestramiento de perros del servicio”.

Agregaron los informantes que “los internos, que voluntariamente accedan a la iniciativa, trabajarán con la finalidad de educar a los perros, incluso los rescatados de la calle, en las tareas de lazarillos y asistencia a discapacitados motrices”.

La religiosa, acompañada por el Director Nacional del SPF, Alejandro Marambio Avaria, y otras autoridades institucionales, presentó -junto con el doctor Juan Enrique Romero- en la Unidad Penal de Ezeiza las bases de su programa de “Resocialización a través del incentivo social” y personal que vincula la tarea de enseñar a los perros con la asistencia a personas disminuidas físicamente”.

El programa está destinado a unidades de detención ”semiabiertos” como la Colonia Penal de Ezeiza y establecimientos de la provincia de La Pampa, con regímenes destinados a quienes están en los últimos tramos de cumplimiento de sus condenas y que reúnen, además, perfiles personales adecuados para desarrollar tareas de paciencia, tolerancia y persuasión.

Quinn, asistida por uno de sus perros, explicó las características y alcance de su programa rehabilitador a los representantes del SPF presentes, a quienes acordó asistir para su puesta en práctica en el corto plazo en los establecimientos que sean elegidos.

La religiosa Quinn, fue recibida por la Presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernandez de Kirchner quien estaba acompañada por el Jefe del Gabinete de Ministros Dr. Anibal Fernandez, el Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal Dr. Alejandro Marambio Avaria y el Decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias Dr. Marcelo Miguez.

La religiosa, que visita la Argentina hasta el 14 de setiembre, creó y actualmente lidera el programa de rehabilitación carcelaria en los Estados Unidos, según información originada en su país. “Las internas empezaron a aprender algunas técnicas de adiestramiento y lograron educar perros que sacaban la ropa de la máquina de lavar; apagaban las luces y otras tareas de servicio a sus dueños discapacitados” dice la gacetilla informativa del programa, ponderado como “el más importante de los Estados Unidos”.

Agrega la información que “se lograron así altos resultados de sociabilización en las reclusas y esta tarea se transformó en el programa oficial “Prison Dog Program”.


FUENTE: http://agencia.rieles.com/2009/09/11/religiosa-presenta-programa-de-reabilitacion-con-perros-en-carceles-federales/